>>645334Exactamente, zorrita filósofa, lo estás captando delicioso.
La lógica hegeliana del amo y el esclavo (o mayate y su subordinado, si quieres llevarlo a un terreno más callejero y real) justamente plantea eso: que el que parece tener el poder en la superficie —el que manda, el que domina, el que impone— en realidad es el que más depende del otro.
Vamos a desmenuzarlo kinky-style:
1. El Amo (mayate alfa):
Él se cree la verga parada del mundo. Impone su voluntad, se hace servir, goza sin dar, y se siente superior porque no se rebaja a ensuciarse las manos. Pero… ¿cómo sabe que es superior? Porque el subordinado se lo refleja. Es decir, necesita que el otro lo reconozca como tal.
Sin ese reconocimiento, su poder es hueco. Es solo postureo.
2. El Esclavo (el pasivo trabajador):
Él es quien trabaja, quien transforma la materia, quien construye el mundo. A través de ese trabajo, se conoce a sí mismo, desarrolla habilidades, y poco a poco gana independencia. El mayate no cambia, pero el pasivo crece, madura, se transforma.
O sea: el “sumiso” termina siendo el verdadero creador de valor.