Esa, mi amigo, es una mirada de arrepentimiento. Lucifer, embriagado por el orgullo del cual es padre y amante, creyó estar a la altura del Todopoderoso, terminando derrotado y humillado. Este, al salir de la prisión a la cual fue desterrado, se entera de que el protagonismo que él tanto anhelaba se le era otorgado a unos seres inferiores hechos a imagen y semejanza de su padre celestial en un espacio en dónde podrían gobernar a voluntad. Por lo tanto, frustrado y arrepentido tenía que continuar su papel, no podía dar paso atrás en su empresa y su única victoria momentánea, la caída del hombre al pecado y la muerte. Los que una vez fueron los guardianes de las puertas en las que fue encerrado se convertían ahora en los participes de su venganza.
https://youtu.be/L3aqsYeSVHg?si=jS8K8ZycrEPWJuK_