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Anónimo #2624

cuckstory 100% real
Lolos, esta cuckstory me sucedío ayer. Leanla y me dan consejo sobre qué hacer, porque en verdad no sé que hacer.

Todo empezó hace unos dos meses que fue cuando empezó este año escolar. Cada día cuando llega la hora del descaso después de tres horas, me voy hasta mi casa que queda a unos siete minutos desde el centro de estudio. De camino a casa siempre me encontraba a una chica sentada en la acera, sola, mirando su teléfono móvil. Desde el primer día que me llamó la atención que se sentara sola, porque no es el tipo de persona que, por su aspecto: pelirroja, delgada y de una figura física envidiable; una cara de niña, a pesar de tener no más de veinte años de edad; además lleva unas gafas que la hacen parecer muy intelectual. Pero a pesar de todo, verla sentada sola por la parte trasera del edificio, donde no se suele haber mucha gente hizo que su imagen se me grabara en la cabeza.

Con el pasar de los día, pasando por su lado, cada vez empecé a sentirme atraído por ella. Me hacía preguntas del tipo: ¿será una antisocial? ¿Qué motivos tendrá para no querer relacionarse con nadie? ¿Será que la marginan? En el fondo comencé a sentirme identificado con ella. Yo soy una persona antisocial. No me gusta relacionarme con persona. Y como todo beta que se precie, mis habilidades con las mujeres son nulas. Pasado un mes y unos cuantos ya no deseaba salir al descaso para ir a casa a comer algo. Lo que deseaba era salir para pasar por esas acera y verla a ella. En ese punto ella ya me gustaba. Lo sé porque cundo la veía no pensaba tenía pensamientos obscenas, como es costumbre en mí cuando veo a una mujer de buen ver. Tampoco dirigía mi mirada a sus parte más femeninas. En lo único en que pensaba era en poder sentarme a su lado, abrazarla y hablar con ella; preguntarle por su vida. En el fondo me preocupaba que su actitud solitaria se debiera a algún tormento que estuviera sufriendo. Pasados unos día ya me sentía obsesionado con ella.

En una ocasión decidí volver un poco más tarde de mi casa después del descaso. Desde la lejanía vi que se levantaba de la acera para entrar a clase. Así que aceleré el paso para no perderla de vista. Mi objetivo era seguirla y saber en qué clase estudiaba, y qué era lo que estudiaba.

Un día sentí la fuerte necesidad de hablarle. Pero para mi hablarle a una chica me resulta algo impensable. Sin embargo, en ese momento me gustaba tanto que encontré un valor que creía que no poseía. Ahora la cuestión era encontrar el pretexto para acercarme a ella y decirle algo. Cada día me decidía pero en el último momento empezaba a actuar y pensar de un modo un tanto irracional y me acobardaba, así que lo aplazaba hasta el siguiente día; el siguiente día nuca llegaba. Ella entonces lo notó, porque en cierta ocasiones miraba en mi dirección cundo me iba a acercar a ella. Entonces un día sucedió algo impensable. Un día después de acobardarme y maldiciéndome a mí mismo escuché una voz detrás de mí: —Perdona —dijo. Era la primera vez que escuchaba su voz. “Será a mí a quien llama”, pensé. Tenía que ser a mí; por ahí no había nadie más. En ese momento sentí ganas de irme corriendo y no volver a pasar por ahí nunca más. En su lugar pretendí que no la había escuchado y seguí caminando. Entonces volví a escuchar su voz. —¡Ey!—. Ya no podía ignorarla, así que me giré. Se había puesto de pie. También era la primera vez que la miraba a los ojos. El contacto visual causó un gran nerviosismo; sentí que mis piernas empezaban a temblar. “Espero que no lo noté”, pensé, avergonzado.

—¿Me hablas mí? —le pregunté con un tono de voz nervios y ridículo.

Entonces ese momento sí que estuve dispuesto a salir corriendo. Pero tenía la suficiente conciencia para pensar que aquello empeoraría la situación; además, aquella era mi oportunidad y más me valía no desaprovecharla. No obstante, una vez más, no tenía ni la más mínima idea de lo cómo debía actuar. Entonces fue ella la que se acercó y se detuvo como a un metro frente de mí. Tenerla frente a mí, a una distancia tan cerca me causó una gran emoción; en un momento dado sentí que iba a desfallecer. Entonces ella empezó a hablar:

—Siempre pasas por aquí —lo dijo con una expresión seria—. Me da la sensación de que quieres decirme algo.

Quise decir algo, pero no me salían las palabras, en su lugar hacía gestos raros con la cara. Ella rio. Su sonrisa provocó que me relajara un tanto.

—¿Estoy en lo cierto? —continuó hablando—. Si es así puedes hablar ahora.
Aquella era mi oportunidad. Era en ese momento o nunca.

—Sí —le dije.

—Lo sabía —dijo ella, riendo.

Una vez más verla sonreír hizo que me tranquilizara más todavía. La situación que hacía un momento me parecía surrealista se estaba normalizando. Entonces ya me con el valor para hablar. Iba a empezar a hablar cuando ella me interrumpió.

—La verdad es que desde hace mucho tiempo yo también tenía ganas de hablar contigo.

Esa revelación me tomó por sorpresa. Todo mi interés se centró en lo que ella tenía que decirme. Fue entonces cuando me lo dijo.

—¿Quieres que nos sentemos a hablar?

Por supuesto que no me iba a negar negué.

Todo ese rato estuvimos hablando lo ridículo que nos veíamos queriéndonos hablar el uno al otro pero ninguno se decidía.

Desde aquel día me sentaba con ella todos los día a la hora del descanso. Hablábamos sobre todo. Confieso que el estar a su lado me hacía sentir muy a gusto. Sin embargo, el deseo de abrazarla era muy fuerte. Todavía no teníamos la suficiente confianza como para atreverme a hacerlo. A pesar de todo, ambos sabíamos que en el fondo nos gustábamos. Ese tema nunca salía. Yo quería sacarlo, pero nunca encontraba la manera. En parte sentía miedo de que lo fuera a estropear. “¿Y si ella me ve como una mera amistad?, pensaba. Me gustaba pensar que ese momento llegaría en algún momento, pero al fin y al cabo, llegaría. Mientras tanto ya sabía un poco más sobre ella. Su nombre, qué era lo que estudiaba, entre otras cosas. Además de conocer un poco su forma de ser. Lo cierto es que no me equivoqué en cuanto a su forma de ser; ella también era de una personalidad reservada y solitaria, con dificultades para comunicarse con la gente. —De vez en cuando te veía por los pasillos —me dijo en una ocasión—. Noté que clase de persona eras por cómo te relacionabas con los demás, y lo incómodo que te sentía al rededor de otras personas—. Sus palabras me hicieron sentir muy cercano a ella. En ese momento sentí que en verdad la amaba. Quería estar siempre con ella. Notaba que el sentimiento era mutuo. Estar a su lado se había convertido en algo habitual para mí. “¿Por qué no le habría hablado antes? Qué estúpido que fui”, pensaba con rabia. Me dio su número de teléfono y chateábamos antes de irnos a dormir. Ya me hablaba de cosas intimas; me observaba con una intensidad que le llegaba a notar en los ojos; incluso se acercaba bastante a mí, hasta el punto que llegaba a sentir el roce de su piel con la mía; sentía su olor. Todas estas sensaciones despertaban un fuerte deseo sexual en mí. De hecho, en una ocasión hice un intento discreto de acercarme a su rostro y besarla. Ella debió notarlo porque se apartó avergonzada, y al cabo se sonrojó. Pero tuve la convicción de que la próxima vez que lo intentara dejaría que la besara.
Cierto día la noté un tanto decepcionada.

—¿Sucede algo? —le pregunté.
—Hoy he suspendido un examen.
—No será para tanto.
—El problema es que ya saqué notas bajas en esa asignatura antes —mientras lo decía parecía que estuviera a punto de ponerse a llorar—. Esas notas no me alcanzan para hacer la media. Si no apruebo esta asignatura lo tendré muy difícil.
La vi tan frustrada y decepcionada que sentí una profunda pena por ella. En ese momento si hubiera podido hacer cualquier cosa por ella, lo hubiera hecho si dudarlo. Aquella situación me hizo sentir muy triste el resto del día.
Al día siguiente ella no estaba allí. No verla allí hizo sentirme ansioso. Una preocupación irracional se apoderó de mí. Me hacía preguntas del tipo: “¿Le habrá sucedido algo? ¿Si no iba a venir me habría avisado? Le ha tenido que suceder algo. ¿Tendrá algo que ver el tema de ayer?”. Decidí esperar un rato. Pasado diez minutos no apareció. Sabía que andaba por allí porque la había visto en la mañana por los pasillos. Entonces decidí ir buscarla. El primer lugar en el que se me ocurrió ir a buscarla fue en la biblioteca. Pero allí no estaba. Entonces me dirigí a su aula. Recorrí los pasillo vacíos hasta llegar a su salón. Me puse frente a la puerta y miré a través del cristal; no vi a nadie en el interior. “Quizá esté en la esquina del fondo”. Así que intenté abrir la puerta para comprobar en el angulo muerto del salón. Para mi sorpresa, la puerta estaba cerrada con llave. Esto me resultó de lo más extraño. No era común cerrar las puertas con llaves. Que yo supiera las únicas aulas que se cerraban con llaves eran las de informática. Por mi cabeza empezaron a circular todo tipo de pensamientos irracionales y exagerados. Mi único propósito en ese momento era comprobar ese rincón. Por suerte para mí, era de conocimiento público que esas puertas no estaban diseñadas para ser seguras, por lo que el seguro podía forzarse fácilmente con un plástico duro, introduciéndole entre la ranura del marco y la puerta. Así lo hice con un carnet. La puerta se abrió al primer intento y sin hacer ningún ruido. Fui asomándome poco a poco y entonces vi aquello. Estaba ella haciéndole sexo hora a un profesor. Me sentí consternado. Mi cerebro no era capaz de asimilar lo que mis ojos estaban viendo. La decepción era mayúscula. Luego llegó la ira. Ninguno de los dos se había percatado de mi presencia. Cuanto más tiempo permanecía allí de pie notaba que algo maligno se apoderaba de mí. Se me ocurrió entonces sacar mi teléfono móvil y grabarlos. Así lo hice. En ese momento deseaba ver el mundo arder. Usaría ese vídeo para hacer que echaran a ese maestro. Ya no podía soportar lo que estaba sucediendo. Y con mucha ira contenida me marché de allí sin hacer ruido. Me fui directo a mi casa.

Al siguiente día no tenía ánimos de levantarme, ni ánimos para nada. Unas cuantas horas después vi un mensaje de ella en mi teléfono. Ni me molesté en responder. A lo largo del día seguían llegando mensajes, pero yo no quería saber nada de ella. Cuando llegó la noche sus mensajes mostraban auténtica preocupación por mí, pero yo seguí sin responderle. Aquella noche apenas pegué ojo. No obstante, en algún punto dejé paso a la reflexión. “¿Y si lo estaba haciendo para aprobar? Tiene que ser eso sin dudas”. Pero entonces esa imagen venía a mi cabeza. La rabia volvía a fluir en mi. Era imposible que llegara aceptar eso. Ya no podría mirarla otra vez a la cara. Decidí entonces no volver a hablar con ella nunca más.

A la hora del descaso volví a casa, pero no fui por el camino de la parte de atrás. Verla me habría resultado muy doloroso. Pero muy en el fondo sentía pena por ella. Lo mejor, sin embargo era dejar la cosas así. Fue a última hora cuando la vi. Estaba de pie al lado de la puerta principal, esperándome. Mi primer instinto fue darme la vuelta y salir por otro lado. Pero verla hizo que surgiera en mí un pequeño arrebato de venganza. Me dirigí hacia ella, sin mirarla. Pasé por su lado, y de soslayo observé que tenía los ojos rojos de haber estado llorando. En su mirada noté que ella sabía que yo lo sabía. Saber esto hizo que me fuera a casa pensando en lo mal que ella lo estaría pasando.

En el fondo la sigo queriendo. Quiero hablar con ella,pero al mismo tiempo siento que no puedo aceptar esta situación.

Anónimo #2625

C U C K E D

que esa imagen de la pelosrojos dándole mamazos para el pase se quede en tu cabeza cuck

#2626

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>Estaba ella haciéndole sexo hora a
no mames, ¿le estaba chupando el reloj que tenia puesto en la mano al profesor? pues no se por que tanto escándalo, ni que la hubieras visto con la verga de el tipo metida en la boca.

Por cierto, es imposible que no hubieran notado tu presencia cuando abriste la puerta, y mucho menos que los hayas podido grabar sin que ellos no se hubieran dado cuenta. Que bait tan malo, el tiempo que desperdiciaste escribiendo este relato ficticio lo podrías haber usado para algo mas productivo, que miserable tu vida…

Anónimo #2627

No voy a leer ni padres, resumen o nada

Anónimo #2628

>>2627
Anon conoce pelirroja bonita en la escula, se hacen amigos, anon se enamora de ella, después la descubre chupandole el pito a un profe, ahora anon se siente triste.
Pobre pendejo.

Anónimo #2629

>>2626
Cuando publique mi recopilación de cuckstorys ya no dirás lo mismo

Anónimo #2630

>>2628
loltodo

Anónimo #2631

>>2624
Pasa el video o fake

Anónimo #2632

Y que esperabas que fuera la mujer pura e inocente que imagínaste en tu cabeza, pues igual necesitaba pasar y pues tuvo que chupar, eso te sirva por negro pendejo.

Anónimo #2633

>>2624
Numaaa ese especimen es el hijo del niggalover con su novio negro?

Anónimo #2634

>>2631
Secundo pinche virgen feo y decadente

Anónimo #2635

Negro el profe era un viejo, eso serían win, imaginar una pelirroja 8/10 lamiendo los huevos de un anciano y tragando su leche con asco pero obligafa para pasar el examen y que este le siga con voz bajita que alguien los está viendo pero tiene que ser chupando su entrepierna sudada y el ano. Que pichi rico

Milano collection AT!VyZKkSDatc #2636

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>>2624
Y así es como nació la leyenda

Anónimo #2637

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Anónimo #2638

>>2636
>>2636
Esa quién es?

Anónimo #2639

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Piensa que no seria la primera vez y última vez que disfrute de esa piel joven.

Anónimo #2640

>>2628
Anon es profesor

Anónimo #2641

>>2624
De ser real tu historia, ahora que sabes que la morra que te gusta es una completa putita puedes ser más directo y decirle que te la quieres cojer

Anónimo #2642

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>>2636
A esa mina Brigitte se ve que le gusta dominar y le van esas cosas como el femdom. Es perfecta♥♥♥♥♥♥♥

Anónimo #2643

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El semen se lo tragaba así

Anónimo #2644

>>2643
Que pinche rico con todo y esos dientes mal lavados que tiene

#2645

>>2624
anumaaa

cuando ese pinche mural de texto y comencé a leer, creí que nos contarías la historia entera de una relación antes de llegar a su etapa cuck, pero resulta que la mina que te cuckeó nisiquera había llegado a la fase novia

que triste tu bida ope
un awitadómetro en tu honor

Anónimo #2646

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>>2641
Si fuera realidad la chaqueta mental de este bastardo la hubiera chantajeado y ya dejado de ser virgen en vez de "tratar de evitarla". picrelateddeopllorandocomoperroapaleado

Anónimo #2647

Cómo puede haber gente que se crea estás historias?

Anónimo #2648

>>2647
Pega bien cabron la soledad jeje neta es

Anónimo #2649

Tan típico de la buen Brigitte mamadora grey.

Anónimo #2650

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Para que te cales bien cabron

Anónimo #2651

Video: XVideos


Anónimo #2652

>>2651
Hay que reconocerlo, Blacked tiene hermosas putitas.

Anónimo #2653


Anónimo #2654

>>2651
Ver mujeres petitte comiéndose penes así de grandes que parece que las puede destrozar me pone bien cachondo. La verga de el es más grande que su brazo



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